hola amigos/as seguidoras de este blog. Hoy os escribo algo triste que siento dentro de mí corazón, la derrota de una persona que lucha por sobrevivir al pasado y no puede. Espero que me entendaís con lo que os voy a redactar.
Me levanté y fuí hacia el jodido baño, olvidaba mirarme en aquel espejo pero lo hice,
vi depresión y derrota. Unas bolsas oscuras debajo de mis ojos.
Ojitos cobardes, los de un roedor atrapado por un jodido gato.Tenía carne floja, parecía como si le
gustara ser parte de mí.
Ahora si me entienden verdad?
Me levanté y fuí hacia el jodido baño, olvidaba mirarme en aquel espejo pero lo hice,
vi depresión y derrota. Unas bolsas oscuras debajo de mis ojos.
Ojitos cobardes, los de un roedor atrapado por un jodido gato.Tenía carne floja, parecía como si le
gustara ser parte de mí.
Ahora si me entienden verdad?
Pero no estás sola, tienes un Sancho Panza que te adora y te sigue donde vayas y muchísima gente a tu lado que cae rendida ante tu magnetismo. Aún nos queda Oporto!!!! Levánte y lucha mi gladiadora!!!!!
ResponderEliminarDE HISTORIAS DE FE...
ResponderEliminarMi esposo, Steve y yo vivíamos con nuestros hijos en el condado d San Diego, California. en 2003, nuestra casa fue la primera en arder en llamas al desatarse el llamado Incendio d Cedar, el comienzo d una de las series d incendios forestales más devastadoras en la historia de Estados Unidos. En conjunto, los incendios arrasaron más d 28mil héctareas, destruyeron la flora y la fauna y 3.710 hogares, y cobraron 24 vidas. Sólo pudimos regresar a las ruinas d nuestra ksa varios días después d haber evacuado la zona.
Una veintena d nuestros amigos más íntimos pasaron toda una mañana escarbando las cenizas con palas para ver si encontraban algo rescatable, antes d q nuestro terreno fuera despejado para las obras d reconstrucción. Sus esfuerzos fueron en vano: no quedaba absolutamente nada.
Horas después, decidí llevar allí a mis hijos. Sabía q necesitaban ver con sus propios ojos lo q había sido su casa para q empezaran a aceptar la pérdida. El mayor, Evan, entonces d 13 años, se mostró muy estoico. Fue el menor, Erick d 10 años, el q me rompió el corazón cuando caminó en silencio entre las cenizas, enjuagándose las lágrimas.
Yo no sabía q decir ni q hacer cuando los niños me miraron con ojos suplicantes, pero pensé q mi reacción sería decisiva para ayudarlos a asimilar la desgracia. Empecé a suplicar en silencio: Dios, ayúdame. Por favor, pon en mis labios las palabras q necesito. ¿q les digo a mis hijos, q han perdido el único hogar q conocían, q han perdido todo lo q tenían en ste mundo?
Justo en ese instante, Erick encontró algo y nos llamó:
- Oigan, hay algo akí q nadie ha visto. ¡Es un libro!
Nuestros amigos respondieron:
-No es posible. llevamos más d 4 horas buscando entre las cenizas sin encontrar absolutament nada, y menos algo d papel.
Sin embargo, Erick insistió, así q todos nos acercamos al lugar q nos señalaba. Se agachó para recoger el libro, pero al tomarlo las hojas se desprendieron y se desintegraron entre sus dedos. Nuestros amigos menearon la cabeza con desilusioón y empezaron a alejarse.
- Lo siento mucho-le dijo alguien al niño-. Sólo kedan cenizas.
-No, esperen -respondió Erick, y extendió el brazo-. ¡Vean esto!!
En la palma d su mano estaba un fragmento d ceniza del tamaño d una moneda, en el cual se alcanzaba ver la imagen d una familia tomada d la mano y estas tres palabras:"Cuenta tus bendiciones".