martes, 18 de diciembre de 2012

Ostras de Nochevieja


¿Os apetece cenar ostras en Nochevieja?, ¡qué ricas! Me encantan y además permiten muchas más variedades de las que parece. Uno de mis platos favoritos es el mosaico de vieiras y ostras.
Se dice que las ostras son uno de los alimentos más antiguos de la humanidad. De hecho, hay restos que demuestran que antiguas culturas prehistóricas costeras ya pescaban ostras para su consumo. Un rico manjar desde el inicio de los tiempos. Hoy en día, la  población de ostras está en cotas mínimas. Por ello, la mayoría de las ostras que se comercializan provienen de vivero, para evitar su desaparición.

Son un plato de alto contenido en zinc, el cual le otorga ese sabor característico que las convierte en un exquisito manjar. Son de difícil paladar, es decir, la apreciación de su sabor al principio puede resultar un tanto desagradable, pues no es el típico regusto al que estamos acostumbrados. Por eso las llaman  “producto de gusto adquirido”: nos resulta tan extraño, tan lejano, su sabor, su olor,etc. que requiere cierto tiempo acostumbrarse.

Existen más de 100 variedades de ostras, pero para hacer un rápido resumen, las más consumidas son dos: la ostra plana, las más valorada en el mercado y de más sabor, y la ostra cóncava, la más comercializada y común.

Una de las razones de la fama de la ostra es su famosa intoxicación. Podemos intoxicarnos por culpa de la ciguatera (una toxina que pueden tener también los peces o las algas) o de la marea roja (cuando hay un incremento rápido en la cantidad de las toxinas de dinoflagelados en el mar). La cuestión es que, como cualquier otro tipo de intoxicación alimentaria, es muy desagradable.

Por eso, a la hora de comerlas, es muy importante fijarnos en si las ostras tienen un tono rojizo. Si es así, recomiendo no consumirlas. Lo más probable es que tengan un exceso de toxinas procedentes de las algas del plancton. Pero no hay de que preocuparse. Si compramos la ostras en un supermercado o pescadería que cumpla las normas sanitarias al 100%, es muy difícil que esto nos pase. Además, gracias a los nuevos métodos de detección de toxinas mediante biosensores, el proceso de detección de estas toxinas se ha visto reducido de un día o dos a unos 30 minutos. Así que ya sabéis: la mejor manera para no intoxicarnos es no comer este delicioso plato recién sacado del mar sin antes haberlo sometido a los controles necesarios para asegurar su calidad. Olvidad esa imagen de cine en la que se comen las ostras según las pescan en el mar. Demasiados riesgos.

Así que, si aún no habéis probado las ostras, tal vez sea el momento esta Nochevieja. No es un sabor, digamos, normal. Es algo a lo que, como ya os he dicho, hay que acostumbrarse pero… ¡merece la pena!

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