miércoles, 30 de mayo de 2012

Dios baco " Lambrusco"






Lambrusco es el nombre de una serie de vinos italianos de la zona norte del país, en concreto de Emilia-Romagna.
Al igual que el prosecco, el lambrusco es en primer lugar un tipo de vid con 40 variedades.
La variedad de uva y el vino Lambrusco se dan concretamente en las provincias de Módena, Parma, y Reggio Emilia.
Del mismo vino existen cuatro denominaciones de origen: Lambrusco Grasparossa di Castelvetro, Lambrusco di Sorbara, Lambrusco Salamino di Santa Croce, y Lambrusco Reggiano, cada uno de los cuales se corresponde con diversas variedades de la uva lambrusca.
El lambrusco tradicional puede ser de excelente calidad.



Es el vino lambrusco un vino popular, de consumo fácil y que, encuentra, en estos momentos de crisis, el referente social en el que desarrollarse con inusitada agilidad.

Surge referenciado por una gastronomía (la italiana) que goza de una amplia popularidad, y es ahí, en las estanterías de las pizzerías donde comienza a comercializarse un (sub) producto vinícola cuya principal característica es curiosamente su mayor carencia. Es un vino anodino, impersonal, sin ningún tipo de pretensión, y es justo este ramillete de atributos en los que basa su éxito. Va por libre, no necesita acompasarse al ritmo de la comida, ni maridar con ella ni nada.

Tiene la complejidad de la coca-cola pero vestido con un hábito de tipicidad que lo hace imbatible, y si encima nos lo sirve un camarero vestido de gondolero, mejor que mejor.

Comercialmente el lambrusco es un vino impecable, ha sabido leer el mercado de consumo como nadie y es por eso que está consiguiendo superar las fronteras de las propias pizzerías e introducirse de manera ladina no sólo en las casas particulares, si no también en los bares de copas y en las cartas de los restaurantes tradicionales.

El mercado de los bebedores de vino que no les gusta el vino es muy amplio y siempre ha estado presente (tintos de verano, sangrías y demás lindezas enológicas son un claro referente de ello) a este importante nicho de mercado póngale una pizca de tipicidad, una botella y etiqueta atractiva, a todo ello júntele un precio imbatible y al producto resultante añádale azúcar y gas carbónico y ya está, el éxito asegurado.


Y de qué manera, el éxito comercial del lambrusco en todo el mundo deja en evidencia todas y cada una de las partidas presupuestarias destinadas por bodegas y zonas vinícolas a I+D.

A estas alturas ya deben de ser conscientes de que mis palabras vienen acompañadas de cierto atisbo de envidia que me es imposible esconder. Pues sí, llevan razón, me hubiera encantado que este producto que lidera sin ningún tipo de pudor el mercado vinícola de los que no les gusta el vino fuera español.

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